martes, 28 de febrero de 2012

84 AÑITOS, MISTER OSCAR


84 Gala de entrega de premios Oscar, se dice pronto, más bien tarde por los excesos de horario que un europeo tiene que padecer para verla, a este otro lado del Atlántico. Salvo que seas de los que consigue mantenerse sin información hasta la reposición resumida del día siguiente, evitando televisión, radio y periódico durante una larga jornada para que no te chafen la diversión de ir apostando por los premios que se van concediendo.
Y tantos años de evento, siempre glamouroso, emocionante y ameno ( hasta ha conseguido al final que termine también siéndolo la de los Goya, a base de empatía o por simple imitación, supongo) para que casi un siglo después la ganadora sea una película muda, en blanco y negro y musical, al modo de los films de los últimos años veinte, con los inicios del sonoro, cuando la Academia de Hollywood descubrió esta forma de revitalizar su cine por medio de una ceremonia de premios que casualmente al parecer llamó Oscars. Es para pensar que todo se inventó ya en este arte de mostrar historias por medio de una cámara, como ha ocurrido con las grandes artes plásticas, la pintura y la escultura, que parecen agotadas, decadentes como todos los imperios.¿Ha agotado ya el cine todos los recursos, todos los formatos, todos los estilos?
La película francesa The artist es el gran descubrimiento de la temporada, pero realmente a nosotros, los espectadores de principio del siglo XXI lo que nos gusta - además de necesitar todo tipo de revivals para reencontrarnos con todo y así no perder nada- es el reflejo de los años veinte en nuestra actualidad. Si, aquellos que terminaron en una crisis que asoló el planeta por exceso de consumo descontrolado y que más tarde, con un mundo urgiendo dictaduras dramaticamente en todos los países, desembocó en la II Guerra Mundial. Si, esos años de desenfreno, baile, locura, divorcios, liberación -especialmente la de la mujer, que fuma, trabaja y es fatal-, moda, vanguardias, estrellas de cine, fiestas, vicio, y ocio sin fin. En eso hemos evolucionado poco, tan poco que The artist nos muestra aquellos años sin necesidad de palabras y el público disfruta entre su magnifica puesta en escena, su música, vestuario y fotografía de oscar, envuelto en el glamour de aquellos años que quizás dentro de 80 años vuelva para cerrar una trilogía de ciclos históricos. Sin palabras para engullir esas imágenes a las que queremos pertenecer y meternos dentro de ellas también, para que nos entre despacio es viejo mundo igual al nuestro. Es una película llena de virtudes, sobresaliente, cargada de positividad, de energía, entretenida y lúcida como pocas, inmejorable. Y claro, ganó.
Pero para nada podemos pensar en decadencia del cine con las películas que han estado nominadas. Como siempre que hay crisis, se agudizan los ingenios y aparecen obras maestras. Lo son además de la vencedora La invención de Hugo, Los descendientes, Caballo de batalla y Midnight in Paris. Y magnificas películas también Criadas y Señoras, Moneyball, Millenium, Mi semana con Marilyn, Un Dios salvaje o El arbol de la vida. La cosecha de este año resulta excelente, variopinta y sorprendente. Muchas de las citadas parecen especialmente diseñadas para estos premios de cabeza calva, además de complacientes y en exceso bienintencionadas,  dejan al cine como el medio más entretenido de autoayuda, donde uno se identifica para justificar sus actos e insatisfacciones de la vida real.
Pero detrás de estas películas hay calidad, seducción, magia y lenguaje visual inteligente, que son las premisas básicas del buen cine según el nuevamente alabado en la gala, San Billy Wilder, que a este paso pronto canonizará la Academia. Estos academicos, por burguesones o liberales que resulten, terminan premiando siempre la calidad, el saber hacer, y eso resulta una verdad como un puñetazo cuando ves la mayoría de las películas libre de prejuicios panfletarios. El premio a la mejor película de habla no inglesa, la iraní Nader y Sinim, una separación, es una buena muestra de ello. También lo es que una película francesa y muda gane los oscar principales. Y que hace dos años la superproducción Avatar tuviera que doblar la rodilla ante la creativa e indie En tierra hostil, simplemente porque era mejor. Si que podría pedirse a estos premios un poco más de compromiso y crítica social, porque si es Criadas y Señoras el referente para la reflexión ante la desigualdad, vamos apañados. Pero en estos momentos de drama diario el espectador lo que precisa es evasión, lo cual no necesariamente implica falta de calidad. Eso es tan torpe, pacato y defensivo como pensar que una rubia no es inteligente. Ir al cine y salir de nosotros mismos, proyectarnos de algún modo en lo que ocurre, o viceversa, es el nervio motor de esta industria. En el cine todo vale -esa es su grandeza- , salvo aburrir, volviendo a citar al señor Wilder.

Buenas películas, buena ceremonia, que más se puede pedir en estos días de lucha. Y dan ganas de ir al cine, que eso es lo importante.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Cary Fugunaga y la fotografía de su 'Jane Eyre'


Si en estos tiempos de remakes, revivals, resurgimientos, renacimientos y modas retro varias hay quien se atreve a hacer una película ambientada en un novelón romántico, con todos sus ingredientes dramáticos decimonónicos -amores imposibles, mujeres cultas constreñidas socialmente por su rebeldía, mansiones misteriosas que terminan incendiadas -, si hay quién apuesta por algo tan maleado y revisitado por el séptimo arte, poniendo además en riesgo una costosa producción, eso es un esperanzador síntoma de que, a pesar de los pesares, el cine goza de buena salud. Sobre todo porque ello significa que podemos seguir viendo historias de todo pelaje- de casi todo, perdón- si se hacen bien. Y porque puede también venir a significar que aún se puede recuperar un tema clásico a más no poder, como es el caso, llevándolo a la pantalla con un lenguaje visual que no ansíe mostrarlo como un producto plenamente innovador, sino, simplemente, una revisión de estilo propio con intensificación de la historia a través de personajes.
Esto se puede predicar de la última película del nipón Cary Fugunaga, Jane Eyre, basada en la novela del mismo título de Charlotte Brontë, protagonizada por Mia Wasikowska, que vimos en la versión de Tim Burtton de Alicia en el país de las maravillas, y el apuesto Michael Fassbender. El valor de esta producción radica en sus elementos técnicos, y no sería de extrañar que aparezca nominada a varios de ellos, especialmente la fotografía, el vestuario y la dirección artística. Tanto es así que el film es recomendable aunque solo sea por disfrutar de ellos. 
Recuerdan sus planos de interiores nocturnos iluminados por candelabros al pintor francés de George de la Tour, creando deliciosos juegos de luces y sombras que ambientan las pasiones y enigmas de la trama al modo de los cuadros del artista barroco, maestro de la exquisitez luminosa y del tiempo detenido. La vestimenta romántica sumerge al espectador en ese mundo maravillosamente terminado de los cuadros de Goya, de Ingrés, de los Madrazo. 
Ese mundo que el colonialismo y la modernidad que trajo la segunda revolución industrial extinguieron irremediablemente, relegándolo a la historia del arte y la literatura. Las atmósferas borrascosas, que remiten sin duda al alma de los protagonistas, con sus nieblas, tormentas, brumas, tan propias de las sublimaciones románticas, construyen un clima fílmico de ensoñación y fantasmagoría que nos ponen del lado de la humilde protagonista, dedicada a rescatar de la ciénaga de sus pensamientos al todo todopoderoso dueño del casoplón con sus inasibles hectáreas. 
El Sr. Rochester con sus demonios a cuestas y su mala hostia constante -que logicamente tienen un porqué mostrado por la narración en su debido momento- busca en la delicada Jane su Orfeo redentor, y todos los extraordinarios planos de decorados fascinantes y paisajes inmensamente bellos aderezan la historia mucho más que el guión más bien poco regular  de este peliculón folletinesco. 
Los diálogos de Bronte, excelentes, de rica y solvente literatura idealista, dotan de intensidad y profundidad al culebrón, lo hacen interesante a fin de cuentas. Y las interpretaciones están a la altura del presupuesto, cuando menos, y si de vez en cuando amenaza el aburrimiento, aparece la inconmensurable Judi Dench haciendo de ama de llaves ni mala ni dominante -ya tiene mérito- y te rescata con una mirada sutilmente temerosa o una frase simple y plana.
Y si hay otro protagonista, es sin duda la mansión, precedente literario de la Manderlay de Rebeca, película que por cierto influye constantemente en esta nueva versión de Jane Eyre ( Es uno de los abundantes ejemplos de influencia recíproca de cine y literatura) Casona palaciega de genuino british style que acoge a la desvalida protagonista y la hace crecer a medida que ésta recorre sus dependencias y misterios. Secretos, habitaciones escondidas, salones con chimenea de luz más tenebrosa que cándida, torreones con ventanas que todo lo ven, en fin, la casa del enigma del amor.
La intensidad de los personajes protagonistas también resulta un aliciente incuestionable. Los dos actores principales saben manejar con precisión, convirtiéndose en el centro del film de un modo más profundo que en otras versiones que se han realizado en cine, incluso más que en la novela.
Para los amantes de la historia del arte, esta película es un catalogo museístico. El elegante protagonista parece extraído directamente del cuadro El caminante sobre el mar de nubes, del alemán Gaspar David Friedrich. La joven heroína Jane, es una hermosa dama neoclásica de Gainsborough o a veces de Reynolds. La Dench, más bién recuerda a las dueñas caseras barrocas de Vermer, y los paisajes son Constable en estado puro. Pintura en movimiento para aficionados exigentes que, al menos estéticamente, esta película seguro no les decepcionará.
Y supongo que estrenaran no tardando la última versión de Cumbres borrascosas, de la hermana más conocida, Emily Brontë, que se presentó en la última edición de la Seminci con no demasiado éxito. Sobredosis para los románticos recalcitrantes, entre los que por fortuna me encuentro.

lunes, 28 de noviembre de 2011

GALA DE CLAUSURA DE UN CERTAMEN CADA VEZ MENOS CORTO


Tras sesenta y ocho proyecciones y cinco dÍas de certamen, con una afluencia de aficionados en progresión desde su comienzo el pasado lunes, finalizó el V festival de cortometrajes Ciudad de Benavente con su Gala de Clausura, en la que se repasaron los cortos ganadores, y se entregaron los premios entre música, actores ejerciendo de presentadores y representantes de instituciones varias reconociendo la importancia del evento y agradeciendo a Cine Club Fetiche la fatigosa organización del certamen.

La huida, no de Sam Peckinham, si no de Victor Carrey se llevó el premio principal, el Fetiche de Oro, una historia tejida entre causalidad y casualidades con un ritmo imparable y un montaje y guión extraordinarios como virtudes esenciales, además de un estilo muy personal lleno de audacia. El Fetiche de Plata recayó en They say ( Dicen ), de Alauda Ruiz de Azúa, rodado en USA, con actores y ambientación plenamente americanos, pero realizado por una artista española en coproducción. El Fetiche al mejor corto castellanoleones fue para G, una comedia del vallisoletano Diego Puertas, interpretada por unos espléndidos Jose Luis Gil -el conocido inevitable Presidente de la popular serie Aqui no hay quien viva - y Beatriz Carbajal. Y el Premio del Público, para otra comedia, Nadie tiene la culpa, de Esteban Crespo, que como la anterior, se apoya principalmente en unos diálogos e interpretaciones - Gustavo Salmerón y Pilar Castro- extraordinarios con una comicidad y complicidad que les ha proporcionado premios en varios festivales.

Un festival que ha pasado como un suspiro, y que ha animado la oferta cultural benaventana del último tercio otoñal más que dignamente. Se ha podido ver simplemente lo mejor de la cosecha de cortometrajes españoles del año, sin miedo a equivocarnos, y unos cuantos extranjeros también de altísimo nivel. Fue el director del Festival de cortometrajes de Astorga y miembro del jurado, Miguel Angel Alonso Guadalupe, quien dió rotundamente en el clavo en sus lúcidas palabras al entregar el primer premio, diciendo que este tipo de festivales marcará la diferencia en estos tiempos de ajuste presupuestario, porque el cine en ciudades como Benavente es algo tan necesario como no aceptar el "desencanto", como defender los lugares de encuentro, intercambio, socialización, para disfrutar de algo tan imperecedero como que nos deleiten contándonos una historia, en el medio de expresión artístico que de momento, con el siglo XXI ya avanzado, siguen prefiriendo los humanos, y el que consigue englobar a todas las demás artes, el cinematógrafo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

UN CARTERO INOLVIDABLE EN LA INAUGURACION DEL FESTIVAL DE CORTOS DE BENAVENTE

Arrancó la V edición del Certamen de cortometrajes Ciudad de Benavente con un excelente invitado, el carismático y entrañable actor Jesús Gómez, conocido de todos por su personaje del cartero en la inolvidable serie de TV de Antonio Mercero Crónicas de un pueblo. Aquel personaje querido, Braulio, no es más que la punta del iceberg que conforma su trayectoria profesional, pues el actor madrileño tiene una interminable y reconocida – no siempre como debiera- carrera artísitica. Ha intervenido nada  menos que en 152 películas, y no en todas como actor de reparto, si no como protagonista, como logicamente le gusta reivindicar. Recordó en su aparición en los multicines Benavente sus primeros papeles en míticas películas de los años 60, como Manolo, guardia urbano, La gran familia, incluso algún spaguetti western, el más recordado La muerte tenía un precio. Y algunas más actuales como El cinematógrafo 1900, o Lorca, muerte de un poeta, o El gran Vázquez. Gran recorrido – nos referimos a tiempo, espacio y méritos- teatral; hijo, nieto, y hasta bisnieto de actores, comenzó en la compañía de teatro donde trabajaban sus padres, llegando actuar en los grandes teatros nacionales y latinoamericanos con las obras de los autores más importantes: Luca de Tena, Paso, Mihura, llegando a crear compañía propia en los años 70. Se le dió una más que merecida ovación, y se proyectó uno de los mejores cortometrajes en los que ha intervenido en papel protagonista, Vencidos o el sueño de la razón , de la directora Ana Prieto García, que obtuvo el premio al mejor corto en el festival de Málaga de 2010 .
Después se proyectaron los primeros 6 cortos de sección oficial, con un alto nivel que fue reconocido por el público, que votó a cada una de ellas. Algunas parten ya como favoritas. Se oyen los nombres de ¿bailas?, de Daniel Azancot, interpretada por Gustavo Salmerón, La broma infinita, documental que analiza la crisis económica con una perspectiva trascendente y en todo caso muy particular, o G, que participa en la sección de mejor corto de Castilla y León.
El martes continuó el certamen con varios cortos destacables, entre ellos, Carretera al atlántico, uno de los favoritos al mejor corto de Castilla y León, dirigido por Miguel Angel Pérez Blanco, de origen benaventano, y residente actualmente en León, que acudió a la sala de los multicines dirigiéndose brevemente a los asistentes para contar alguna anécdota del rodaje de este cortometraje. Otros de los aplaudidos por el público fueron Mi lucha, de Alauda Ruiz de Azúa y Nadie tiene la culpa, de Esteban Crespo- también interpretado por el mencionado Salmeron - que consiguió algo más que hacer reír al público con sus excelentes diálogos.
Buen ambiente cinéfilo y ganas de más cine en los dos primeros días del certamen, con un crescendo que se percibe en el interés de los asistentes. Como siempre, lo que mejor funciona en los espectáculos artísticos es el boca a boca. Esperemos que continúe la calidad y la participación en lo que resta.

jueves, 17 de noviembre de 2011

V CERTAMEN DE CORTOS CIUDAD DE BENAVENTE. PELICULITAS DE CALIDAD

Vuelve el Certamen de cortometrajes Ciudad de Benavente, y lo hace en su quinta edición a modo de preludio artístico-navideño para la Comarca. Como en las dos anteriores, organiza la cuestión el salvavidas del séptimo arte en esa tierra fronteriza, el Cine Club Fetiche. La Navidad es siempre anuncio de buena cartelera, y el festival de cortos animará el cotarro cinematográfico estupendamente si se mantiene el nivel de los años precedentes. Es como un equinocio cultural para la Villa. Los cortos que llegan a Benavente suelen estar entre lo mejor del año, sin duda, porque la dotación económica de premios es buena, y el evento va cogiendo dimensión a medida que el público interrelaciona con el certamen. Dicen los de Fetiche que la calidad del año pasado está garantizada, y que el ambientillo cinéfilo de Benavente y valles vecinos se notará nuevamente en los multicines. La Sección Oficial íntegra se proyectará del lunes 21 al viernes 25, a las 21 horas en los clásicos Multicines Benavente. Y cada día, a las 18,30 horas en el salón de actos de Caja España se hará un pase - seleccionando por temas y géneros- de los cortos que no se han clasificado entre los 36 mejores que compiten, pero que para la organización del certamen han sido especialmente destacables.
La semana entera, a modo de Festival más que de certamen, mostrará 30 cortos a concurso, más otros 6 que compiten en la sección de Castilla y León, que concede un premio especial al mejor cortometraje de la Comunidad Autónoma. Se comenta que en esta sección la calidad ha mejorado extraordinariamente, lo cual era uno de los objetivos tanto de los organizadores como del patrocinador principal, el Excmo. Ayuntamiento.
Se inaugura el festival con la presencia de un actor secundario célebre - como ha venido sucediendo- en este caso, Jesús Guzmán, el conocido cartero de la mítica serie de televisión "Crónicas de un pueblo", que hará de padrino en la apertura del certamen en los multicines. Un entrañable secundario del cine español de los sesenta que animará seguramente el acto contando algo de su trayectoria y de su participación reciente en cortometrajes.
La Gala de Clausura será en el Gran Teatro de Benavente el sábado 26, a las 20,00 horas, con la entrega de premios, actuaciones con guiños cinéfilos, música de banda sonora y alguna sorpresa de las que los fetichistas de Benavente suelen regalar. Que empiece el espectáculo. Corto y cambio.

jueves, 10 de noviembre de 2011

SEMINCI, PARA ENAMORARSE DEL CINE OTRA VEZ


Volvió un año más la Seminci, como referente otoñal de la cultura en Castilla y Leon y como el principal acontecimiento cinematográfico de esa temporada en nuestro pais, con sus
nada menos que 56 años de edad, sin que de momento haya precisado más cirugía estética que la que le da su nuevo director, Javier Angulo,auténtico relaciones públicas del séptimo arte.
Nació como festival de cine de valores, moral y católico en 1955, y evolucionó hasta hacerse el más importante festival español de cine de autor y de temática social. 
Un festival que reivindica el cine de calidad y que ha abierto las puertas a las pantallas de nuestra cartelera escuálida -a efectos de lo del cine, claro- a autores de la talla de Ingman Bermann, Abbas Kiarostami, Robert
Guédeguian, Mike Leigh o Ken Loach. Y eso es mucho aval para un certamen cinematográfico.
Esta edición contaba en la Sección Oficial con verdaderos pesos pesados, viejos conocidos como el citado Guédeguian, Mika Kaurismaki, Zhang Yimou, Nani Moretti y los hermanos Dardenne. 
Pero el vencedor fue el belga Geoffrey Enthoven, con su singular mirada al mundo de los discapacitados con ganas de superarlo todo en "Hasta la vista", que se alzó con la Espiga de Oro, contra todo
pronóstico, como suele suceder. 
Aquí ser favorito es un serio problema.
Pero muchos de los fieles seguidores de la Seminci saben que lo más atractivo y esperado del festival son sus ciclos. Este año se rendía homenaje al cine sueco de la primera década del Siglo XXI y la selección de películas proyectadas ha mostrado la calidad de los nuevos relizadores de este país, y especialmente la de las directoras, pues más de la mitad de los films - y probablemente los más interesantes- llevaban firma femenina. Muy destacable ha sido el apartado que el certamen destina al cine clásico, que ha girado en torno a la generación literaria española de los años sesenta, con el sugerente título "Realismos contra la realidad", exhibiendo títulos de adaptaciones de excelentes novelas como 'Tiempo de silencio', de Luis Martin Santos, llevada al cine por un Vicente Aranda en sus mejores años, "Nuevas amistades" , de Juan Garcia Hortelano, "El Jarama" de Rafael Sánchez Ferlosio, "Los Tarantos" y "Los golfos", ambas llevadas al cine con maestría por un jovencísimo Mario Camus. 
Cine y literatura influyéndose y alimentandose en una simbiosis que refleja, vista hoy, tanto la España que aquellas novelas mostraban con crudeza -evitando con juegos malabares la acción corrosiva de la censura- como la forma de hacer cine de unos directores que salían de la recién creada Escuela de Cinematografía española, que diera quizás la mejor generación de nuestro cine, con talentos inolvidables como Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem o Juan Antonio Nieves Conde.
Además de la sección de cortometrajes, que acercó excelentes muestras de los cinco continentes, que pueden solamente disfrutarse en este tipo de festivales, en la Seminci es un verdadero plato fuerte la sección Tiempo de Historia, en la que se proyecta una selección de los mejores documentales del año, convirtiéndose en una auténtica lección de actualidad internacional por medio del cine, y en algunos casos, la reflexión en imágenes sobre temas injustamente olvidados. 
Es un género en progresión, y quizás este Festival sea la puerta principal que ha conseguido que los documentales sean degustados en pantalla grande. Ocurre con la ficción, no tiene absolutamente nada que ver con la proyección en televisión o en dvd. Se llevó la espiga "Canciones para la libertad", película sobre la música protesta en la población aborigen australiana, que tal vez se pueda ver, con suerte, en algún Cine Club o alguna sala de cine alternativo de Madrid o Barcelona.
Como eventos especiales, destacó la clase abierta ofrecida por el extraordinario Fernando León de Aranoa en el aula Mergelina de la Universidad de Valladolid, o la mesa redonda con el tema de "La crítica de cine en el siglo XXI" en la que intervinieron critcos y ensayistas cinematográficos de la calidad de Fernando Herrero ( Norte de Castilla), Otis Rodriguez Marchante ( ABC ), Javier Ocaña ( El País ) o Carlos Heredero ( Cahiers du Cinèma España), que ofrecieron un interesante debate para muchos de los aspirantes a críticos de cine que llenaban el Salon de los Espejos del Teatro
Calderon de Valladolid, abierto al público en general para estos eventos, lo cual también es una virtud de este festival.
En definitiva, para los que les guste el cine de verdad, para los que lo saboreen con vicio y en profundidad y aún no conocen la Seminci, deben plantearse seriamente dar una oportunidad a esta semana de cine internacional, si quieren saber que hay de bueno y nuevo en el panorama cinematografico de otras latitudes, más allá de lo que nos ofrece el mercado, tan simple como suele ser en su oferta. 
Es un tesoro que tenemos en Castilla y León -comunidad no muy sobrada de eventos culturales de magnitud- y como tal debemos cuidarlo, protegerlo y defenderlo de cualquier riesgo de extinción por falta de presupuesto o estrechez de miras o perspectiva histórica. 
Además, la Ministra de Cultura ha considerado prioritario mantener la Seminci en su encuentro con el alcalde León de la Riva, en el que dieron por cerrado su conflicto en torno a las virtudes de Leire Pajin. No debería ser un estoicismo que el certamen cumpla sus cien añitos, no falta casi nada.