jueves, 10 de noviembre de 2011

SEMINCI, PARA ENAMORARSE DEL CINE OTRA VEZ


Volvió un año más la Seminci, como referente otoñal de la cultura en Castilla y Leon y como el principal acontecimiento cinematográfico de esa temporada en nuestro pais, con sus
nada menos que 56 años de edad, sin que de momento haya precisado más cirugía estética que la que le da su nuevo director, Javier Angulo,auténtico relaciones públicas del séptimo arte.
Nació como festival de cine de valores, moral y católico en 1955, y evolucionó hasta hacerse el más importante festival español de cine de autor y de temática social. 
Un festival que reivindica el cine de calidad y que ha abierto las puertas a las pantallas de nuestra cartelera escuálida -a efectos de lo del cine, claro- a autores de la talla de Ingman Bermann, Abbas Kiarostami, Robert
Guédeguian, Mike Leigh o Ken Loach. Y eso es mucho aval para un certamen cinematográfico.
Esta edición contaba en la Sección Oficial con verdaderos pesos pesados, viejos conocidos como el citado Guédeguian, Mika Kaurismaki, Zhang Yimou, Nani Moretti y los hermanos Dardenne. 
Pero el vencedor fue el belga Geoffrey Enthoven, con su singular mirada al mundo de los discapacitados con ganas de superarlo todo en "Hasta la vista", que se alzó con la Espiga de Oro, contra todo
pronóstico, como suele suceder. 
Aquí ser favorito es un serio problema.
Pero muchos de los fieles seguidores de la Seminci saben que lo más atractivo y esperado del festival son sus ciclos. Este año se rendía homenaje al cine sueco de la primera década del Siglo XXI y la selección de películas proyectadas ha mostrado la calidad de los nuevos relizadores de este país, y especialmente la de las directoras, pues más de la mitad de los films - y probablemente los más interesantes- llevaban firma femenina. Muy destacable ha sido el apartado que el certamen destina al cine clásico, que ha girado en torno a la generación literaria española de los años sesenta, con el sugerente título "Realismos contra la realidad", exhibiendo títulos de adaptaciones de excelentes novelas como 'Tiempo de silencio', de Luis Martin Santos, llevada al cine por un Vicente Aranda en sus mejores años, "Nuevas amistades" , de Juan Garcia Hortelano, "El Jarama" de Rafael Sánchez Ferlosio, "Los Tarantos" y "Los golfos", ambas llevadas al cine con maestría por un jovencísimo Mario Camus. 
Cine y literatura influyéndose y alimentandose en una simbiosis que refleja, vista hoy, tanto la España que aquellas novelas mostraban con crudeza -evitando con juegos malabares la acción corrosiva de la censura- como la forma de hacer cine de unos directores que salían de la recién creada Escuela de Cinematografía española, que diera quizás la mejor generación de nuestro cine, con talentos inolvidables como Luis García Berlanga, Juan Antonio Bardem o Juan Antonio Nieves Conde.
Además de la sección de cortometrajes, que acercó excelentes muestras de los cinco continentes, que pueden solamente disfrutarse en este tipo de festivales, en la Seminci es un verdadero plato fuerte la sección Tiempo de Historia, en la que se proyecta una selección de los mejores documentales del año, convirtiéndose en una auténtica lección de actualidad internacional por medio del cine, y en algunos casos, la reflexión en imágenes sobre temas injustamente olvidados. 
Es un género en progresión, y quizás este Festival sea la puerta principal que ha conseguido que los documentales sean degustados en pantalla grande. Ocurre con la ficción, no tiene absolutamente nada que ver con la proyección en televisión o en dvd. Se llevó la espiga "Canciones para la libertad", película sobre la música protesta en la población aborigen australiana, que tal vez se pueda ver, con suerte, en algún Cine Club o alguna sala de cine alternativo de Madrid o Barcelona.
Como eventos especiales, destacó la clase abierta ofrecida por el extraordinario Fernando León de Aranoa en el aula Mergelina de la Universidad de Valladolid, o la mesa redonda con el tema de "La crítica de cine en el siglo XXI" en la que intervinieron critcos y ensayistas cinematográficos de la calidad de Fernando Herrero ( Norte de Castilla), Otis Rodriguez Marchante ( ABC ), Javier Ocaña ( El País ) o Carlos Heredero ( Cahiers du Cinèma España), que ofrecieron un interesante debate para muchos de los aspirantes a críticos de cine que llenaban el Salon de los Espejos del Teatro
Calderon de Valladolid, abierto al público en general para estos eventos, lo cual también es una virtud de este festival.
En definitiva, para los que les guste el cine de verdad, para los que lo saboreen con vicio y en profundidad y aún no conocen la Seminci, deben plantearse seriamente dar una oportunidad a esta semana de cine internacional, si quieren saber que hay de bueno y nuevo en el panorama cinematografico de otras latitudes, más allá de lo que nos ofrece el mercado, tan simple como suele ser en su oferta. 
Es un tesoro que tenemos en Castilla y León -comunidad no muy sobrada de eventos culturales de magnitud- y como tal debemos cuidarlo, protegerlo y defenderlo de cualquier riesgo de extinción por falta de presupuesto o estrechez de miras o perspectiva histórica. 
Además, la Ministra de Cultura ha considerado prioritario mantener la Seminci en su encuentro con el alcalde León de la Riva, en el que dieron por cerrado su conflicto en torno a las virtudes de Leire Pajin. No debería ser un estoicismo que el certamen cumpla sus cien añitos, no falta casi nada. 

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